Los efectos del Jagger
Eso fue lo último que le escribió al volver de Bogotá luego de hablar tantas noches en tantos moteles sobre Divorcios , de las historias de cuatro profesores aturdidos por sus alucinaciones, por sus delirium tremens personales. Nunca le respondió, recordó la historia de Ariadna en Buenos Aires y Marcelo en Quito. De Squatol Jones y Ambrose Bierce. La nostalgia le arrastró de vuelta al sitio donde la conoció borracho; volvió a arrimarse sobre esa columna dórica, sin los estereóbatos, ni el estilóbato ni las estrías longitudinales, llena de espejos en pequeñas columnas cuadradas forradas de espejos. No estaba ni Beyonce, ni Vivian Leigh. Fue a sentarse en una mesa cualquiera con un whisky en la mano y la vio. <<Que salgamos de la historia para entrar en la simulación de la historia, decía el señor Baudrillard, no es más que la consecuencia del hecho de que la propia historia no era en el fondo más que un inmenso modelo de simulación. La simulación de la vida>>. Ella