Ernesto
Al despertar miró una botella de cerveza Corona y otra de un whisky a medio terminar. Buscó su caja de plata e hizo una línea blanca. Necesitaba estar despierto otra vez. Sobre la alfombra contempló condones llenos de semen y pastillas de viagra. El cielo de Quito estaba gris. Su amiga se había contagiado de Covid y no respondía sus llamadas, solo le dijo que deseaba esperar la prueba, porque todo mundo se va a contagiar. Se fue a la cocina y exprimió dos naranjas y al vaso agregó los restos de la botella de vodka que estaban en la nevera. Intentó mirar su pasado, recordar a Elena, su matrimonio fracasado. Había terminado de escribir la historia de Juan y solo le faltaba el toque final de sus Divorcios. En ese lapso había contemplado el fin de sus días. Elena y su infidelidad le martillaba la cabeza. El día anterior alguien de Inteligencia del gobierno anterior lo reconoció. Supo que era espiado. Su teléfono estaba hackeado. Entre tanto miedo deseaba volver a activar su pasaporte,