Deuteronomio
Deuteronomio. Estas son las palabras. Las palabras
precedidas por los Números y es, en consecuencia, el último texto de la Torá;
el Pentateuco, Las Cinco Cajas donde se guardan los rollos hebreos, según el
cristianismo. Son veinte leyes para la guerra: no temas en la guerra, Dios está
aquí. Israel temía al enemigo más poderoso. Israel tiene instrucciones de no
temer porque Dios está con ellos. Los hombres están exentos del combate si
tienen una casa nueva, un viñedo listo para cosechar o un matrimonio no
consumado. Deuteronomio instruyó a Israel a evitar la inmoralidad y el pecado
de otras naciones y prohibió cortar árboles que producen alimentos. ¿Cuáles son
las otras naciones?, es lo que se preguntaba Juan cuando era niño. Hablaba con
expertos en la Biblia y no hallaba respuestas, hasta que un domingo llegó a
misa en la iglesia de su barrio, luego de bajar unas gradas rodeadas de paredes
blancas, el mercado y el parque donde compraba los periódicos que le pedía su
papá. Fue hasta el confesionario y se orinó ahí.
En el Pentateuco, atribuido Moisés, el Deuteronomio es el
discurso con el cual el legislador se despide de su pueblo en los llanos de
Moab. Los judíos que se encuentran frente a él, sin embargo, no son los mismos del
monte Sinaí, quienes ya conocieron las tentaciones de la idolatría, a los
falsos profetas y a los reyes traidores. Es la segunda ley, el epítome de la
primera, la reforma religiosa para acceder al reparto de la Tierra, la herencia
de Yahvéh. En realidad, son cuatro grafías inexpugnables. Nunca pensó que años
después volvería a esa iglesia, a misa. Una misa para recordar, aunque no
recordaba cuántos días, la muerte de su hermana Malena. Los aniversarios que
siempre odiaba. El vivir el día como si fuera el último de su vida era su
norte, la guía del señor Schopenhauer. Esa ocasión fue la antepenúltima vez que
vio a toda su familia. Milton ya no bebía, iba quedándose con los vicios que
restaban. El matrimonio de Rocío fue la última. Se había prometido no volver a
ninguna reunión o matrimonio, no se habría perdonado no estar en esa boda de la
que escapó ni bien comenzó la fiesta inaugurada con las palabras de Jacinto,
Milton y Susana; eran los encargados de poner el toque solemne a los festejos.
Ya me has dicho tres veces borracha, le recriminó Rocío,
cuando comenzó a escribir sus historias. No te olvides de mencionar, lo linda,
hermosa, inteligente y sobre todo lo modesta que soy, le escribió Beatriz,
cuando le contó que iba a escribir el borrador del capítulo final. ¿Qué vas a
hacer si descubres que Wilson te fue o es infiel?, le preguntó a Graciela la
mañana de un sábado en la que escapó de su departamento indignado porque María
del Pilar no lo dejaba en paz y porque esa tarde tenía una cita en un motel del
norte de Quito y si no salía era muy probable que no podría acudir a esa cita
para un encuentro sexual casual. Graciela agarró un papel, borroneó la firma de
Wilson y le dijo: Se queda sin nada. Ni Rocío, ni Beatriz se preocupaban por
una posible infidelidad de Torsten o Kai. Puede estar ante una mujer desnuda y
no hace nada, le dijo Beatriz cuando le preguntó lo mismo. Anita se había
sacudido el pelo tras su divorcio, aunque a un año de la pandemia supo que
había intentado volver a ser la fiel esposa, la de siempre, como su mamá, soportar la infidelidad y la traición por los hijos. De Gladys y Jaqueline conocía
poco.
Ese era su último viaje, detuvo el auto en la carretera y
miró el abismo. Solo debía acelerar y desviar por cuatro segundos el volante.
La carótida, cuando es cortada de cuajo, sigue expulsando sangre al cerebro
durante cuatro segundos, los suficientes para arrepentirse del suicidio. En ese
momento comprendió que no se arrepentía de nada, ni de sus partidas ni de sus
divorcios ni de su compás de espera ni de sus desayunos ni de esas langostas
que compraba a los pescadores de Tonsupa, antes de que se levantaran esos horribles
edificios. De nada tenía que arrepentirse porque había vivido según sus convicciones,
pese a sus hermanas que deseaban verlo como un hombre de bien. Lo fue un
instante. Solo un instante. El suficiente para darse cuenta de que ese no era
él. Era otro. No era la persona de frac que camina en la Iglesia rumbo al altar
para labrar su provenir. Era su sombra. La historia eterna. El libro de las
palabras, de la verdad absoluta en la que nunca creyó. La verdad absoluta solo
servía para imponer el pensamiento del otro, su verdad, su moral, su ética. La
vivió de cerca durante diez años en los que Ecuador vivió una persecución
absurda contra todo pensamiento.
El día en que llegó a misa caminó hasta ver esas gradas,
eran las gradas por las que comenzó a bajar al purgatorio desde muy niño,
cuando leía todo lo que llegaba a sus manos. Tal vez gracias a Milton que una
vez como castigo por sus travesuras le encerró en un cuarto y le entregó El adolescente de Dostoievski con la
amenaza de que en la tarde llegaría a tomarle la lección. Esa vez se había
escondido en la gaveta de un escritorio con la esperanza de no ser hallado. De
nada sirvió su estrategema y fue así como comenzó su relación con Dostoievski.
<<Bueno, tengo mi conclusión de mi libro ficticio,
yo te puedo decir que tuvimos muy mala suerte en perder a nuestros padres muy temprano
porque siempre una Mamá o papá son la base de unión de una familia, pero más
mala suerte tuvimos en tener una hermana mayor que solo vio por sus intereses, da
pena oír que esa persona no cambie; para ella sus hermanos serán siempre un
cero a la izquierda; por una parte me alegro de vivir lejos; es triste saber
que tu hermana nunca cambia y nunca va a cambiar, siempre va hacer el show de
hacerse la víctima, nunca dirá lo siento hermanas obre mal, pero en fin yo creo
en Dios y él nos dará a cada quién lo que nos merecemos; mira que te puse el
fin de mi libro ficticio. Esa es mi opinión, como tú podrás tener otra y
nuestros hermanos otra, cada opinión la respeto, no la comparto>>, le escribió
Roció cuando le dijo que iba a escribir el capítulo final de una historia de
ficción.
Ahora ella tomaba té a toda hora, al igual que Beatriz. Ya
no bebía, al menos eso le decía. Tampoco bebía Maribel porque durante el año de
pandemia se casó y se embarazó. La vida abstemia había llegado a su familia y
era extraño porque Juan siempre había desconfiado de las personas abstemias.
Alguien que no puede emborracharse sin transformarse como el doctor Jekyll y el
señor Hyde le provocaba desconfianza.
La hora de partir había llegado. Miró a Liz corriendo,
saltando, indiferente a los problemas del mundo y salió. <<No voy a ir a
tu funeral. Estoy pobre>>, le dijo Rocío.
-
¿Y
usted sabe jugar ajedrez?
-
Una
pregunta algo anómala.
-
Y
qué es anómala.
-
Incierta,
tal vez. Me parece que es una palabra de Edgar Allan Poe. Si piensas en
Arquímides de Siracusa, por ejemplo, la primera palabra que se te viene a la
mente es Eureka.
-
¿Y
qué es Eureka?
-
El
Deuteronomio.
-
Usted
no sabe nada de la Biblia.
-
Sé
que en la Biblia hay orgías, incestos, bestialismo, las mayores conductas que
ahora llaman perversiones. El placer es una perversión, una inmoralidad,
tachada así por cuatro personas que estaban en una cantina y se pusieron de
acuerdo para escribir la historia de la humanidad con una botella de vino de
por medio. Vino multiplicado como en las bodas de Caná. Cuando la inmoralidad
está en la conducta pública.
-
Pues
yo sí soy la última Coca Cola del desierto, con el gringuito solo tomaba Coca
Cola con hamburguesas. A ver, ponga en su Deezer No te enamores de mí.
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¿Qué
es eso?
-
Es
una canción que está de moda en TikTok.
-
Yo
creí que estaba en moda en TikTok esa canción de pensaste que te iba a llamar y
no te llamé, llamé a otra. O algo así.
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Yo
no soy tonta, yo sé cuándo se me insinúan. Al DJ me lo voy a vacilar uno de
estos días. ¿Las palabras graves llevan tilde?
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Depende
de cuán grave sea la cosa.
-
¿Qué
cosa?
La tarde transcurría lenta. Quito parecía una ciudad
fantasma. Muy parecida a la madrugada en la que le sacaron a disparos de un
hotel donde era recepcionista. O cómo cuando entró en un asalto guerrillero con pistolas de juguete. El
mundo, en ese entonces, era infinito.
-
Entonces
ha llorado por muchas mujeres.
-
Por
una.
-
La
novia con la que se iba a casar o por la rola.
-
Por
Malena. Tengo dolor de cabeza y una cita en la que debo hablar de cosas importantes, como la infidelidad, espero que no sea Covid. Por favor, voy a parar en una farmacia con las lucesitas de estacionarse porque aquí nadie respeta la libre circulación; solo te bajas un rato y pide una pastilla que se llama Viagra, es de color azul. Sirve para aliviar el dolor de cabeza.