Los toros y los osos
Wall Street fue el gran ícono de la literatura del siglo XX, con James Joyce primero y su cuaderno de notas de las deudas adquiridas, así como la lista de compras del mercado. Conocía a la perfección cuánto debía y cuándo debía huir. Toda la literatura anglosajona cambió con la irrupción de Joyce. El detalle era el que contaba, las alegorías quedaban para Chesterton. Luego llegaría Tom Wolfe y su hoguera de las vanidades. << Darling , la nueva literatura está en los informes financieros de Goldman Sachs, Credit Suisse, en el oso y el toro de Wall Street>>, le dijo mientras cabeceaba una siesta en el sofá después de haberse agotado un porro. Eran los tiempos en los que escribía El demonio de Laplace , la historia del determinismo más absurdo de la historia de la humanidad. La idea de que a la humanidad solo le falta el conocimiento para ser Dios. La falta de conocimiento nos vuelve humanos, sensibles, pueriles, creyentes en el amor, la Navidad, Santa Claus y los dientes