La estación de tren de Hamburgo


 


<<¿Y por qué Juan? Ya prometí que este año no sería pendeja, voy a ser otra. ¿Qué hora es? Es tardísimo. Mi mama no me deja llegar más allá de las diez de la noche. Sí ya sé tengo veintisiete años. Eso no quita que debo ser responsable. Mi primer ex era bastante tóxico. Una vez nos íbamos a ver para ir a su casa. Yo me puse linda. Me duché Juan. Me duché. Me puse un vestido lindo. Yo en ese tiempo ya era modelo y algunos comerciales me dejaban platica. Y al desgraciado le tenía que pagar hasta el pasaje del bus. Bueno, ese día me vi frente al espejo con ese vestido acampanadito y me dije estás linda. Eres preciosa. Pero no tenía para el taxi, él vivía al otro extremo de la ciudad, en Carapungo Juan. ¿Se imagina lo que es el viaje de irse de Sangolquí a Carapungo? Fue más fácil el viaje que hicimos a Montañita cuando le sacaron cien dólares porque yo estaba manejando y no tenía licencia y usted pensando en pendejadas como que no tenía espejo retrovisor. Ese viaje a Montañita sí estuvo heavy. Cuando nos chocaron pensé que iba a morir, cuando bajé del carro esa madrugada de verdad pensé que ya todo estaba perdido. Que mi viaje a Guayaquil se había chocado con el destino. Pero no, ahí seguimos hasta llegar a una mecánica cerca de Jujan donde el oso perezoso le arregló el panel de control después de dos horas de estar sentado ahí frente al volante, mirando una pantallita. Mi segundo ex no era tan tóxico. Él se preocupaba por mí, decía que debía superarme; yo era su chofer cuando se emborrachaba con sus amigos, pero se preocupaba por mí. Me dijo que iba a caer en sus manos porque estaba sensible tras mi ruptura. Pero no era tóxico. También le hice la tesis cuando se fue a hacer un posgrado en España. Sí, ya sé que me vi ridícula haciendo encuestas afuera del Supermaxi. Pero no era tóxico. Después de volver de Estados Unidos pensé que las cosas eran diferentes. Y nada Juan, solo me dijo que no estaba de acuerdo con mis ideas. No me diga nada de que usted es dios. Sí, puede ser. Solo porque no quise acostarme con él. ¿Soy la tóxica? Si yo fuera una de sus hermanas le habría puesto un estate quieto con una gran bofetada. Sus hermanas parecen buenas. Sí, ya sé que me dijo que son brujas. ¿Qué tiene que ver el sexo con las ideas? Naaaa. Nada del Marqués de Sade, por favor. Sólo sé que no era tóxico, cuando nos conocimos yo estaba con mi novio tóxico. Claro que intentó abordarme, porque todos mis amigos se enamoran de mí. Pero yo sentí que era muy viejo. Yo tenía veintidós años y él tenía veinticinco. Mi mejor beso fue cuando tenía dieciocho años. Él tenía quince. No, el segundo que no era tóxico ni el primero. Era otro, cuando iba de discoteca en discoteca besando de uno a otro. Me destrampaba con todos y me salía con una botella de agua en mi cartera. No era tóxico. Cuando decidí salir con él me emborraché. Fue mi mayor borrachera. Yo pagué la cuenta con mis amigos. A vaca, como en la universidad. Y traté de aferrarme a él. Quise quedarme y él estaba borracho. No Juan, no va a dar clases de la biblia en mi escuela. Sodoma y Gomorra de la biblia no es lo mismo de, ¿cómo se llama? Sí, Las 120 jornadas de Sodoma de su Marqués de Sade. Pregúnteme si me interesa. No era tóxico. Por eso lloré cuando supe que tenía Covid. Siempre me he preguntado qué habría pasado si hubiera tenido sexo con él, como una mensa. Talvez estaría en un baby shower, en lugar de una fiesta con streapers, en la despedida de soltera de mi prima. No Juan, no voy a ir a ninguna orgía. ¿Sus hermanas de verdad le conocen? Sí, ya sé lo que me contó sobre sus sobrinas y sus infidelidades. Pero yo no soy así, no puedo decir que no, aunque muchas veces digo sí. Sí, como ese personaje de Ulises que siempre cita. Su James Joyce. Pero lo mío es para alfabetizar. No, Juan. No lo voy a odiar. ¿Eso es marihuana? No me sabe a nada. ¿No tiene algo más fuerte? No me gusta la música electrónica. Ya bájele dos cuadritos a su bailarina. Él no era tóxico, solo creía en hacerme bien, con Norteño de por medio claro está. ¿Qué será de la vida del Norteñito?>>

Después de dejarla en su casa, Juan pensó en la confesión de Rocío en esa estación de tren de Hamburgo. Él estaba de pie y sobrio. Las confesiones de sus hermanas. Ella estuvo a segundos de ser atropellada por las rieles del tren. Salió y respiró. La vida seguía. Y conocía Hamburgo como si fuera la palma de su mano. Cuando volvieron a Bremen se pasó hablando con Maribel, mientras Rocío le advertía que por beber en una botella de agua podrían ser expulsados del tren. Y Juan siguió bebiendo.

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