Y entonces canta
En diciembre, tres meses antes de la pandemia, conoció a Liz, la última de sus sobrinas de la última de sus hermanas. Saltaba, bailaba, era como si solo ella hubiera descubierto el secreto de la felicidad. A veces le despertaba con sus gritos, con sus llantos, con el olor a bosque. La historia de la magia. Había llegado el tiempo de volver. Rocío por fin había comprendido que Juan comía poco y trataba de evitar la mesa con abundantes platos. Tampoco era amante del té, ni de las infusiones alejadas del whisky. Liz se hacía la dormida en el sofá, donde Rocío veía masterchefecuador o escuchaba música ecuatoriana. <<¿Por qué no escuchas a Brahms?>>, le preguntó. <<Y el tal Brahms cantará como canta Carmencita Lara>>, respondió. <<¿Cómo tu hermana Graciela?>>, dijo. <<Ella dice que canta>>, dijo. <<Al igual que tu hermana Beatriz>>, dijo Juan. <<Bueno, ella sí canta mejor que Graciela más o menos, pero con un chillido. Nu