Las 21 puñaladas

 



Durante estos meses de confinamiento la tasa de suicidios de adolescentes ha aumentado. Las medidas de restricción han disminuido. ¿Cómo organizar el espacio y la desinfección? La limpieza y la desinfección profunda son acciones imprescindibles en época de pandemia. ¿Qué se debe hacer cuando hay alguna afección gripal o pulmonar? La vida secreta del oso de anteojos. Esa era la nueva normalidad, una normalidad que halló luego de volver de Alemania. Pensó en retar al destino. No fue así. La gente cuando está en un peligro inminente comienza a extrañar lo que ya no podrá hacer, aunque nunca habría intentado hacerlo, como levantarse temprano, ir a un parque a leer el periódico con un termo de café en la mano, acompañado con unas gotitas de ron. Dormir más de cuatro horas al día. Cocinar a fuego lento.

<<Mr. Hutton se detuvo un momento frente a su espejito ovalado. Inclinándose un poco para lograr una visión completa de la cara, se atusó el bigote con un dedo blanco que denotaba los cuidados de la manicura>>. Cerró el libro de Huxley y corrió la cortina, ya amanecía. <<¿Por qué te vas?>>, preguntó Juan. <<¿Te acuerdas de ese día en el ascensor, cuando iba sin bragas? Pensé que me ibas a violar, pero no, solo aplastaste subsuelo uno y me preguntaste dónde vivía. Ni siquiera te acordabas dónde me recogiste>>. Bajó al bar y subió con una botella de bourbon y dos copas. <<Supongo que así se despiden los amigos. Supongo que ya es hora de despedirse de todo. Vivimos una época absurda. En ese absurdo se extraña hasta la vida del Oso Teddy>>, dijo Juan. <<¿Quién es el Oso Teddy?>>, preguntó al levantarse de entre las sábanas. Sus zapatos y su vestido roto estaban sobre la alfombra. <<¿Sabes cuánto me costó este vestido?>>, preguntó. <<Lo último que recuerdo es una fiesta, yo estaba en la barra y tu bailabas con alguien, ni siquiera recuerdo su rostro. Entré al baño a esnifar y volví a la barra. ¿Por qué mi camisa tiene sangre?>>, preguntó Juan. <<Ya te conté que oficialmente soy papá>>, dijo. <<Lo llevas anunciando una semana, solo te falta escribir cartas al New York Times, The Guardian, Le Monde, Washington Post…, todo el mundo debe saberlo ya>>, dijo ella al servirse un bourbon. <<Esta hora es ideal para un blody mary, no para un bourbon>>, dijo Juan. <<No me volverás a ver. Así que me da igual>>, dijo ella. <<El mundo ha intercambiado los roles de las personas, antes era yo el que me iba. No me quedan ganas de ir a ninguna parte. El último viaje que haré es a Alemania. Regresaré, iré a Montañita y me descerrajaré un tiro. Ponte algo, vamos a buscar unos mejillones en el mercado Iñaquito, será nuestro último desayuno, supongo>>.

Los dos bajaron en pijama y bata de dormir. Los puestos de frutas todavía no abrían. <<Cuando vayas a cualquier ciudad, si quieres conocerla debes ir a su mercado. Ahí está la vida. El olor a mar o tierra; los fuegos que se encienden temprano; el ajo y la cebolla sobre el aceite. Los frutos que salen del fondo de la tierra, la zanahoria, la remolacha, las ocas que entran en un proceso de fusión interminable. Una fusión de aromas y sabores. Siempre debes tener una subchef, así te ahorras el trabajo pesado, solo eres directora de orquesta>>, dijo Juan. Manteca, aceite, ajo, cebolla, tomate, mejillones y vino blanco. Una cabeza de ajo fue cortada en dos, como Calígula pretendía hacer con la humanidad, para frotar el pan con aceite de oliva. <<¿Por qué te gusta tanto Norman Mailer?>>, preguntó ella, después de apurar un burbon. <<Por La canción del verdugo. La vida es una melodía, un ritmo, un frenético movimiento, a veces interminable. Es música. Es el señor Goethe, es Hamlet, es el señor John Dee, ese famoso desorejado que cambió la historia del mundo para siempre>>, dijo Juan. <<Alguna vez te han dicho que estás loco>>, preguntó ella. <<Muchas veces>>, dijo Juan que miraba impaciente el reloj del iPhone, porque odiaba los relojes de pulsera. Nunca pudo soportarlos. Ella estaba ya pasada de tragos y le preocupaba que no pudiera irse. <<¿Y si me quedo?>>, preguntó ella. <<Pues perderías tu tren y a tu príncipe azul. ¿Alguna vez haz visto saltar a un perro desde el tercer piso del Ritz? Quedan tantos lugares en este asombroso mundo que no has visto, gentes extrañas y desconocidas; los caminos toscanos con sus enormes bueyes blancos arrastrando sus carretas; los cipreses que crecen como el árbol de Juanito y los frijoles mágicos; los vinos del sur; las oscuras galerías de la Biblioteca de Londres; la Biblioteca Nacional por donde paseaba Jorge Luis Borges; nombres desconocidos; palabras aún extrañas; olores y sabores de la Amazonía todavía inexplorados. Es la metáfora del tren. Siempre tendrás que decidir si subes al tren o te quedas en la estación>>, dijo Juan. <<Eres un hijodeputa>>, dijo ella, tirándole el bourbon en la cara. A su memoria llegó una imagen de la infancia, cuando se arrodillaba en la iglesia ante un altar y se preguntaba por qué la gente adora lo inmaterial.

Cuando finalmente ella se fue, se metió en la ducha, bebió un último bourbon para ir a recoger a Graciela y Rocío que deseaban ir a Ipiales, en Colombia, a comprar una televisión y otros artículos tecnológicos, porque todos esos productos se encarecieron cuando el nacionalista gobierno de Rafael Correa, el alter ego criollo de Donald Trump, comenzó a montar aranceles tras aranceles para proteger las empresas de sus amigos.

<<Aquí desayunan todos los quiteños que van para Ipiales de compras>>, les dijo. El sitio está antes del redondel que bifurca los caminos hacia Cayambe y Otavalo. <<Esta es la zona de burdeles más grande de Ibarra>>, dijo después de unos minutos de pasar la laguna de Yahuarcocha. <<En las noches son todo luces de neón. Es como entrar en la zona de los moteles de Quito. ¿Alguna vez han ido a un motel?>>, preguntó Juan. <<Por aquí es el desvió a la ruta del sol. Está llena de controles militares. Y la primera parada es una playa llena de escombros. Los pescadores, más que pescados buscan perlas. Hay un gran negocio por ahí, pero nadie se lo imagina. Piensan que es un sitio de diversión>>, dijo Juan. <<Ve, ya deja dormir>>, dijo Rocío. <<Al que están escuchando ahora le mataron con 21 puñaladas>>, dijo Juan. <<¿Quién es?, ¿cómo se llama? Yo he escuchado esta canción, pero no sabía que le mataron con 21 puñaladas>>, dijo Graciela, despierta de pronto. <<¿Y por qué le mataron con 21 puñaladas?, algo debió haber hecho>>, dijo Rocío.


Entradas populares de este blog

La reinita de Sangolquí

Érase una vez que era

juan