La muerte de Malena
Había un tiempo en que todos los tiempos eran similares, los universos paralelos de los que escribió Adolfo Bioy Casares en el río El Tigre; cuando llegó a Buenos Aires lo primero que hizo fue recorrer el río y sintió un escalofrío. Mucho más profundo que el sentido en el río Putumayo cuando la embarcación se detuvo esperando la orden de disparar en su contra. En todas partes veía fusiles apuntando a su cabeza. Nunca supo qué decidió su vida. Su vida era un azar. También estuvo en la gradas de la Biblioteca Nacional por las que tantas veces debió haber pasado Borges. La noche de Navidad que regresó a casa después de mucho tiempo Malena le dijo que entrara a la cocina y le sirvió arroz con pollo. Quería que comiera antes de que llegara todo mundo. En ese tiempo el casi no comía. Ya cocinaba, no precisamente por el arte culinario de sus hermanas. A Gladys se le quemó un huevo puesto al fuego con abundante aceite en casa de Graciela, cuando pidió un arroz con huevo frito para evitar rim