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Mostrando entradas de septiembre, 2020

El hermano de la Anita

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<<Que despierte Wilson le pregunto por qué; los frenos creo fue lo que mandaste arreglar, si es batería te tocaría comprar otra, eso por lo general ya no se arregla. O sea que..., la batería no tiene nada que ver con los frenos hermano de la Anita ; el hijo de ella mand ó arreglar una cosa luego viene a reclamar porque se fundi ó el motor, cuando nunca se toc ó el motor >>, fue la respuesta seca que recibió de Graciela cuando le explicó que casi se había matado en el auto porque seguramente se había cambiado un tubo, según le explicó desde la ventana, porque no hallaba el original. El mismo que había buscado por aire, mar y tierra y había dejado un repuesto en el maletero hace mucho tiempo. Era el hermano de alguien. No era él. era el otro, el desconocido, el que se fue un día sin mirar atrás. El hermano de Anita se refugió entonces en la nostalgia. Ya todas sus hermanas anunciaban con publicar sus libros, sus historias. Rocío le había escrito todo un libro y le pedía no

El funeral

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  Tal vez el mundo sería menos hideputa, en palabras del señor Cervantes, si la gente usara menos máscaras. La calle le parecía un lugar de zombies. Nadie podía tocarse, ni mirar. Y todos eran sospechosos. El estornudo o la tos era prueba suficiente para aislar al otro o anularlo sin preguntas. El sarcasmo del coronavirus, de la pandemia. Eso lo comprendió Juan claramente cuando retrocedió a la noche en la que todas sus hermanas estaban asustadas porque Milton llegó borracho preguntando si ahí no había nada o debía ir a buscar una botella. Acompáñalo, le dijo alguien. Está borracho. Y Juan se subió al carro sin preguntar nada. <<Te mandaron tus hermanas. Verás Juanito, en esta vida nadie te va a regalar nada, todo tienes que ganártelo a pulso. Cuando murió papá en el baño yo juré que iba a entrar a esa Corte como juez. Cuando manejes acelera y frena, no vayas a toda prisa porque te chocas. Con Jacinto ya sabes cómo nos llevamos, a puro golpes, pero al día siguiente nos damos

Antes de la historia, no había historia

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Cuando Maribel le contó la historia de cómo había sido la pelea entre Rocío y Beatriz, Juan solo contempló la ventana. El sol cubría todo el horizonte. No veía nada. Era el secreto de los ciegos que Borges vivió y Sábato describió en el informe sobre los ciegos. La pandilla se había dispersado para siempre. Ya sabía que Kai le consideraba un borracho, que Torsten le consideraba un borracho, que Wilson le consideraba un borracho, que Simon iba con diarrea cuando bebía agua sin purificar al igual que todas las europeas que no comían chimichurris en determinados sitios. La diarrea era el símil de su mundo depravado, del vómito de los rockeros de los sesenta cuando llegaban a su límite. Por eso de que hay que mejorar la flora cuando se llega al tercer mundo. Rocío le había pedido que no escribiera nada de lo que le había escrito. Un escritor escribe sobre realidades, nunca sobre ficciones. Y estaba a punto de escribir los monólogos, empezando por los de Rocío. Me hizo llorar cuando me di

La borrachera y la tía Elsa

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  Cuando Maribel le contó la historia de cómo había sido la pelea entre Rocío y Beatriz, Juan solo contempló la ventana y escuchaba más claramente el sonido de las rieles del tren. Luces, casas, árboles. Una especie de tiniebla en medio de la nada. Cuando Rocío había llegado a Quito podía escuchar claramente el grito de Graciela en las mañanas: Ya Rocío de pie, vamos a trotar. Uno, dos, tres… <<Y nunca te enteraste cómo Beatriz se soltó esa noche>>, preguntó Juan. <<No, cuando me desperté ya no estaba. Y yo no había bebido casi nada>>, dijo Maribel. En Quito visitó varias veces a Rocío, más de las acostumbradas de las destinadas a la familia. Tanto Beatriz como Rocío creían estar casadas con caballeros que hablaban de él a sus espaldas. Lo supo por ciertos comentarios al paso que hacían de los dichos de Kai y Torsten. <<Y si le escondemos los zapatos, ya no podría salir a Kaufland>>. <<Es que no es normal como bebe, Nunca había visto a nadie be

El motel

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  Los días previos a la tragedia Juan había pasado por un profundo estado de depresión. La muerte de Malena le había golpeado demasiado. Lloraba como un mocoso en cada esquina, en cada falda. Intentaba comprender algo que no entendía, la sencillez de ese árbol naranja lima, la sensación de abrir una naranja en las mañanas y exprimirla hasta ver brotar la última gota de jugo. El aroma del café colado. Siempre que iba a la casa de su amiga Ana Sofía en Bogotá a las seis de la mañana pasaba por su cuarto para anunciarle que su tintico estaba en la mesa. A veces se levantaba y se servía un aguardiente. <<Hijueputa, no puede ser. Vamos Nairo>>, gritaba. <<Mira Juanito, ahora desayunamos y nos vamos a la séptima, quiero que conozcas uno de los mejores sitios de Bogotá, todo gourmet. Hasta te puedes tomar un vino de los buenos>>, le decía. Ana Sofía, la mejor guía turística de Bogotá y de cualquier ciudad donde se quedaba tres meses. Su radar era impresionante. Al igua

Rocío

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El inevitable té de la mañana. Si Beatriz no estaba, Maribel era la encargada del té y de hacer un sánduche de queso. <<Prefiero el whisky>>, dijo Juan. <<Toma el té, tu hermana después me va a retar>>, dijo. <<Si no le vas con el chisme, yo tampoco>>, dijo Juan. <<Pues sí, solo no le vayas con el chisme, le dices que tomaste el té y te comiste el sánduche. Es hecho con el pan que hace Kai en sus maquinitas>>, dijo Maribel. <<¿Por qué seremos una familia de chismosos? Debe estar en nuestros genes, heredados del abuelo, del abuelo. Nunca he indagado sobre la vida del abuelo; del abuelo que hizo el carácter del abuelo y, por ende, explicaría el carácter de papá y su bigote estilo mexicano. No recuerdo su voz, ni tampoco la voz de mamá, solo sus siluetas. Cuando murió mamá soñé que me despertaba y bajaba por dos calles empinadas. Ella me esperaba en una esquina y me agarró de la mano. Es como si quisiera que caminara con ella, que cono

El asesinato

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Chazojuan es una comunidad de casas de madera de dos pisos con amplios zaguanes donde siempre hay una mesa con bancas alargadas o alguna mecedora. En las madrugadas hace mucho frío y las noches comienzan después del atardecer. En la madrugada casi todos los fogones están encendidos para el desayuno y la tonga de los encargados de ir a pastorear el ganado. Está rodeada por el bosque protector de Río Blanco con sus arrayanes, cedros, malvas, palmas, nogales, canelos, guarumos y cascarillas. Su río tiene una poza, el balneario natural de la zona con clima subtropical helado. Los techos de las casas son de zinc. Ahí murió su abuela, la mujer que le contaba cuentos cuando era niño, alrededor de una fogata. Un viaje a Chazojuan desde Camarón parecía como un viaje desde Quito a Echeandia; había que cruzar ríos, pantanos y montes. Al menos eso estaba en los recuerdos de su niñez. Parecía un lugar alejado de la realidad. Era el sitio de encuentro de su familia en Carnaval, cada quien ensayab

El monólogo de a dos

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  Me avisas cómo vas, sobre todo la hora en la que salga tu vuelo de París para estar pendiente. Todo es un mierda, me cambiaron el horario y dije bueno, son dos horas de retraso después de un parloteo insoportable, solo dije sí, para qué más y ahora estoy en esta pinche estación varado como un zombie mirando a un chica con la que no pude enteblar una conversación y ahora se va a Stutgart a Stugart a Stutgart cómo si fuera fácil ir a Stutgart bueno ahora parece que ya sale el vuelo y esta estación es terrible ni siquiera tiene un duty free decente y por un pinche cuarto de vino me acaban de sacar cinco euros alguna pandemia le debe caer a este mundo por tanta injusticia. Ya estás aquí así que por qué no te sientas adelante así ves el paisaje, la ciudad. No, creo que tengo tintes de aristócrata además esta ciudad me la conozco de memoria y hasta creo que la conozco más que Quito o Guayaquil. Y tu hermana te mandó las humitas y el pájaro azul pasó. A mí solo me hacen controles antiterro

Érase una vez que era

  Desde Berlín llamó a Beatriz para decirle que había llegado y que en unos quince días estaría en Frankfurt, viajaba desde Münich. Eran los días en los que la gente todavía hablaba por teléfono convencional en un mundo ya dominado por Facebook. Nunca se preocupaba por guardar su agenda de contactos y cuando perdía algún teléfono siempre comenzaba desde cero. Era como comenzar una nueva vida. Google todavía no permitía el almacenamiento en la nube y si lo permitía no le interesaba. Ese fue su gran pretexto para desaparecerse. No tenía la agenda. Cuando a veces aparecía por la casa de Anita ella siempre se ponía a llorar y le reclamaba por ver más a Beatriz que a él, pese a que vivía en Quito. Esa noche, frente a los estudios de Universal, entre Berlín Oriental y Occidental, comenzó su eterna borrachera. Fue una carrera contra él. <<Estoy asistiendo al suicidio más caro de la historia>>, le dijo alguna vez su amiga Ana Sofía, años después en una de sus tantas borracheras

El viaje a La Mariscal

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  Lorena, su compañera de la Universidad con la que se iba a casar, la preferida de sus hermanas, sobre todo de Beatriz y Graciela y Jacinto y Milton había llegado a su casa con dos amigos en plena pandemia. No sabía cómo había conseguido su dirección. Los dejó pasar y comenzaron a vaciarse todas las botellas de whisky del bar y cuando se acabó alguien propuso ir a buscar más licor. Casi anochecía. <<Vamos, pero yo no manejo, va contra mi religión manejar con tragos encima>>, dijo Juan. Bajaron hasta La Mariscal y la persona que manejaba detuvo el carro en la avenida Amazonas y Washington, en sentido sur norte, algo anómalo. Después de unos minutos, un batallón de policías avanzaba por la avenida Amazonas en sentido norte sur. <<Hay toque de queda>>, dijo quien manejaba y salió corriendo dejando la puerta del carro abierta, cuando intentamos salir uno de los policías gritó ¡alto ahí! <<¿Dónde está su salvoconducto>>, preguntó. Juan recuperó la sobrie

El muérgano

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  Objeto inútil, antigualla, dícese en Colombia; persona zafia y grosera, dícese en Ecuador. Son los significados que asigna a la palabra muérgano el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española. La palabra favorita de Beatriz, cuando fingía enojarse. Cuando se enojaba de verdad comenzaba a llorar y reclamar, como ocurrió en la casa de Anita la última vez que llegó a Quito. Juan estaba con Anita, Beatriz y sus sobrinos en una mesa ante un plato de arroz con huevo y maduro frito, el plato favorito de cualquier chef. Juan estuvo a punto de marcharse mientras escuchaba sus recriminaciones. Nadie la entendía y seguía firme en su propósito de ser como Milton. El aura de la bondad por la ausencia. La cortesía no era el fuerte de Juan y comenzó a refutar sus argumentos. Se puso de pie y caminó de ida y vuelta a lo largo de la mesa. A su memoria llegó un axioma de Baruch de Espinoza: De una determinada causa dada se sigue necesariamente un efecto, y, por el contrario, si no se da caus