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Mostrando entradas de 2020

Los toros y los osos

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  Wall Street fue el gran ícono de la literatura del siglo XX, con James Joyce primero y su cuaderno de notas de las deudas adquiridas, así como la lista de compras del mercado. Conocía a la perfección cuánto debía y cuándo debía huir. Toda la literatura anglosajona cambió con la irrupción de Joyce. El detalle era el que contaba, las alegorías quedaban para Chesterton. Luego llegaría Tom Wolfe y su hoguera de las vanidades. << Darling , la nueva literatura está en los informes financieros de Goldman Sachs, Credit Suisse, en el oso y el toro de Wall Street>>, le dijo mientras cabeceaba una siesta en el sofá después de haberse agotado un porro. Eran los tiempos en los que escribía El demonio de Laplace , la historia del determinismo más absurdo de la historia de la humanidad. La idea de que a la humanidad solo le falta el conocimiento para ser Dios. La falta de conocimiento nos vuelve humanos, sensibles, pueriles, creyentes en el amor, la Navidad, Santa Claus y los dientes

La simulación

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z  Cuando despertó todavía estaba ebrio. Por alguna extraña razón recordó a unos salvadoreños a quienes conoció en República Dominicana. Todos los días vestían con una camiseta que en lenguaje ecuatoriano significaría algo así como evite el chuchaqui, manténgase borracho. Ya amanecía. Alguna vez dejó a Isabel dormida, mientras iba a una cita cerca de la Foch. A ella le dijo que no podían ir a su departamento porque un amigo había llegado de visita y dormía su borrachera en la alfombra. Eran como las diez de la mañana y pidió un Campari soda. <<Por acá me parece que hay un hostal>>, le dijo. Era un laberinto de escaleras y puertas, hasta llegar a una habitación con un televisor empotrado en la pared. <<Alguna vez te has enamorado>>, le preguntó él. <<Nunca>>, dijo ella. Vivía cerca de la Universidad Central, donde alguna vez vivió Isabel. Por su ventana se veía un hostal que funcionaba como motel. Una madrugada había visto entrar a una mujer vestida d

La simulación del vacío

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  Problema del papel del padre en el masoquismo. Papel del padre en el sadismo y en Sade. Anulación del padre en el masoquismo y Masoch. La serie de las tres mujeres y el triunfo de la madre oral: la madre buena. El tercero y el contrato alucinatorio del padre. El contrato y la anulación. La primera interpretación de Freud: la vuelta contra el yo y los otros factores. Insuficiencia de la fórmula <<sadismo vuelto contra el yo. La segunda interpretación y el problema de la <<desintrincación>>. Era domingo y desayunaba después de haber cicleado como dos horas en el parque La Carolina. Su desayuno era un Campari soda y un croissant. Por la avenida Eloy Alfaro pasaban decenas de conductores estresados, con la mano pegada en el pito del auto. Aceleraban con la idea de llegar a ninguna parte. A sus rutinas del acostarse, desayunar, almorzar, cenar y dormir y en los intervalos fingir una vida. Cerró el libro de Gilles Deleuze, donde se resumía lo frío y lo cruel. El sol de

Y ahora las palabras de Susana

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Aquella mañana, sólo intentó incorporarse y mirar por la ventana. Ella estaba ahí, recostada. En silencio. Los vientos en Quito pueden superar hasta los cuarenta kilómetros por hora. Y llegar hasta los 80 kilómetros de velocidad en determinados momentos, sobre todo en lugares planos como San Antonio de Pichincha, cuando las nubes y la humedad entran por el sur de Colombia. En ese límite los sauces, con ramas caídas y hojas que llegan hasta el suelo desde los doce metros de altura, comienzan a llorar. Siempre están acompañados de las acacias y las palmeras. El sauce blanco llega hasta los veinticinco metros de altura. La naturaleza había dejado de llorar en el año 2020, cuando nada parecía iba a suceder. No había dormido en tres días, con infernales sesiones de sexo, comida, coca y whisky. Cada mañana se empolvaba la nariz para fingir desayunar en algún mercado a esperar la hora de apertura de las fiestas clandestinas y quedarse sentado en algún rincón contemplando el diluvio universa

Los golpes en la puerta

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  Los golpes en la puerta le sacaron de su letargo. Un fuerte viento golpeaba la ventana. Alguien del hotel increpaba a sus huéspedes en un alemán bávaro, como su comida. Llena de condimentos y sal. La noche anterior, Beatriz y Kai le llevaron a probar la gastronomía bávara y pidió una jarra de vino acompañada con una sopa de un plato tradicional de la cocina alemana, el leberknödel, hecha de forma artesanal con hígado de ternera picado finamente y mezclado con pan duro remojado y perejil; una especie de albóndiga cocinada en salmuera.  Los golpes en la puerta le recordaron a Duncan, la imagen del orden moral frente a Macbeth de Shakespeare. Su asesinato marcaría el inicio del caos. Los golpes en la puerta le comenzaron a taladrar la cabeza, hasta que llegaron a su puerta. Con un vaso de whisky en la mano abrió la puerta y ahí estaba un joven alemán con lista en mano preguntándole a qué hora podía arreglar la habitación a todo pulmón. Al ver su indiferencia, preguntó en inglés. <&

El palacio árabe

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  <<Al final de la Edad Media, la lepra desaparece del mundo occidental. En las márgenes de la comunidad, en las puertas de las ciudades, se abren terrenos en los cuales ya no acecha la enfermedad, aunque ha dejado terrenos estériles e inhabitables. Durante siglos estas extensiones pertenecerán a lo inhumano (…). Desde la Alta Edad Media, hasta el mismo fin de las Cruzadas, los leprosarios habían multiplicado sobre toda la superficie de Europa sus ciudades malditas>>. La historia de la locura  de Michel Foucault en cierta forma es la historia de la espera de una nueva encarnación del mal, de la mueca distinta del miedo, la magia renovada de purificación y de exclusión. Sus ojos se detuvieron en un extraño movimiento de un colibrí en el patio donde intentaba terminar de escribir  Divorcios , la novela de la exclusión y la purificación. A veces entraba, se quedaba entre las ramas de alguna planta o en el bebedero roto sin agua y fingía beber agua, hasta poder saltar a una enr

Keep walking

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  En un departamento del cuarto piso del bloque S-2 de la ciudadela La Saiba, en el sur de Guayaquil, fue hallado muerto Tito del Salto Delgado. Eran las nueve y cuarenta y cinco de la mañana de un domingo. El cuchillo se había ensañado con su tórax, su rostro y sus manos; dos puñaladas eran visibles en sus dedos anular y medio. El cuerpo estaba tirado en un mueble de la sala. Un amigo, Jorge Battaglia, que ya caminaba con bastón, había llamado a la Policía luego de que no acudiera a una cita pactada en la playa. El teniente de la Policía, Eduardo Argüello, fue el primero el mirar el cadáver. Los cajones de las cómodas y anaqueles estaban desordenados, así como los bolsillos del pantalón. La primera hipótesis del caso derivó en un robo. La noche anterior, Tito del Salto había organizado su última fiesta con boleros, rancheras, pasillos y albazos. Nada extraño entre los vecinos acostumbrados a su bohemia. El fiscal Carlos Pérez Ascencio había declarado que por el estado del cuerpo y los

La pelea

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  <<Estoy bien>>, dijo después de vaciarse dos botellas de vino. Era viernes y la ciudad lucía como un domingo en la noche, vacía. La segunda ola del coronavirus había despertado extraños temores entre la gente. Volvió a dejar de ir a los espacios públicos, se volvió a encerrar automáticamente, sin que nadie dijera nada. Rappi seguía creciendo con sus entregas a domicilio. Uno de los chicos buscaba las verduras, las frutas, los condimentos, las carnes, la leche, los quesos, los helados, el pan (…), otro esperaba afuera con el carro de compras. La máquina del mundo seguía funcionando sin gente. Todos encerrados entre cuatro paredes a la espera de una vacuna. El miedo estaba a flor de piel. Al otro lado del borde estaban los narcotraficantes, los  dealers , las pastillas Mercedes Benz, la hierba y el TENGO HAMBRE en cada esquina, en cada calle. Más que por miedo al virus, Juan había dejado de salir por miedo a esas imágenes que le taladraban la mente todas las noches. Hace mu

Las 21 puñaladas

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  Durante estos meses de confinamiento la tasa de suicidios de adolescentes ha aumentado. Las medidas de restricción han disminuido. ¿Cómo organizar el espacio y la desinfección? La limpieza y la desinfección profunda son acciones imprescindibles en época de pandemia. ¿Qué se debe hacer cuando hay alguna afección gripal o pulmonar? La vida secreta del oso de anteojos. Esa era la nueva normalidad, una normalidad que halló luego de volver de Alemania. Pensó en retar al destino. No fue así. La gente cuando está en un peligro inminente comienza a extrañar lo que ya no podrá hacer, aunque nunca habría intentado hacerlo, como levantarse temprano, ir a un parque a leer el periódico con un termo de café en la mano, acompañado con unas gotitas de ron. Dormir más de cuatro horas al día. Cocinar a fuego lento. <<Mr. Hutton se detuvo un momento frente a su espejito ovalado. Inclinándose un poco para lograr una visión completa de la cara, se atusó el bigote con un dedo blanco que denotaba l

Antes de la tragedia

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  Juan debía ir a alguna parte, no recordaba a dónde, ni el lugar donde estaba. Pudo ver a la mayoría de  sus hermanas; en algún momento llegó Milton que en realidad se llamaba Wilton; ese era un secreto de la familia; no podía salir del círculo familiar o de sus amigos de la infancia. Había un patio grande, como en una casa finca con un montón de cuartos, también estaba la tía Elsa a quién Rocío intentó regalarle un vibrador cuando la visitó en Hamburgo. Beatriz discutía algo con alguien. Anita y Graciela comenzaron a discutir sobre si Jacinto había sido compañero de Ramiro en la Universidad. <<Aquí hay algo raro>>, dijo Juan. <<¿Qué raro? Ya vas a decir que no conoces dónde estás. Igual que cuando viniste solo a emborracharte dos días>>, dijo Anita. << Delirium tremens le llaman>>, dijo Graciela. <<¿Qué tomaste? Asómate para que te acuerdes donde estás>>, dijo Anita. A lo lejos se veía un poste de luz, cruzando un potrero. Más allá se

La reinita de Sangolquí

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    <<¿Y por qué no se jubila Juan?>>, le preguntó después de apurar una copa de espumante. La tarde estaba soleada, en la mesa siguiente un grupo de tres personas bebía su cuarta botella de vino y después comenzaron a probar el ron con coca cola. Ella parecía la amante de los dos. Coqueteaba con los dos al mismo tiempo. Más tarde llegó una pareja con una niña. Más cocteles y jugo para la niña que deseaba un coctel. El papá debió arrebatarle la copa y ella conformarse con el vaso de jugo. <<Ni la rola que es mucho más joven que tú me ha hecho una pregunta tan estúpida. Por supuesto que soy mayor que tú, por algo soy tan inteligente; la inteligencia no se desarrolla de la noche a la mañana, se cultiva. La rola cuando se enojaba era insufrible, insultaba y muy fuerte, no con esas pendejadas de alguien que se cree adolescente porque ha participado en un concurso de reina de belleza de Sangolquí. Yo solo le decía que siguiera, que mi ego era demasiado inflado para que m

El tren a Bremen

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  <<Sí, en serio -dijo-. Antes de este viaje nunca pensé que hubiese tantos en el mundo, soldados, me refiero. No te das cuenta hasta que subes a un tren. No paro de preguntarme, ¿de dónde han salido? (…) Él miró por la ventana, en cuyo cristal se espesaba el crepúsculo. Se juntaba aprisa la luz azul y las jorobas de las colinas se mezclaban y devolvían ecos. Desvió la mirada hacia el comedor iluminado>>. El extraño cuento de Truman Capote se le vino a la memoria cuando Maribel le paró en la estación de Frankfurt en seco. <<Aquí Juanito, aquí. Este es el andén. Vas a ver a Liz, es una hermosa la enana, por algo soy su madrina. Ya debería estar aquí, los trenes son súper puntuales. A ver. No, no es aquí; corre que nos deja. Por allá>>. Las luces de neón le recordaron los tiempos en los que fue feliz. Los días de whisky, coca, whisky, pastillas para dormir, coca para despertarse y sexo. Fueron los días en los que debió haberse suicidado como cualquier mortal. Y si

La creme brulée

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-         Alguna vez te has cansado de tener sexo con hombres guapos. -         Casi siempre. Por lo general son gays. -         Pues a mí me ocurre lo mismo con las mujeres. Pueden ser unas diosas de la belleza, pero si el lóbulo frontal no envía una orden me quedó como un eunuco. Siempre he creído que las relaciones se terminan cuando se terminan las relaciones sexuales. -         Si no hay sexo no hay amor. -         Por lo general sí. Por eso ando por la vida declarando que soy gay, aunque una de mis hermanas se lo tomó en serio y me sometió a un consejo de guerra familiar. -         Ya me contaste eso. -         Sí, pero no te conté el trauma con el que he vivido eso toda mi vida. Por eso comencé a escribir esa novela Divorcios . En cierta forma es la historia de mi vida, aunque mis hermanas siempre me preguntan cómo me he divorciado si no me he casado. Y no solo eso, después vino el problema de la eyaculación precoz. Desde aquella acusación nunca más he podido acost