Beatriz
Juanito,
estás aquí, quién diría que nos veríamos acá. Ya acabé mi vida en Brasil. Lo de las tangas creía que era broma, pero si no me dejas ver la foto de para
quién es no te puedo ayudar. Yo soy una buena asesora de modas. Pero te traje
cachaza. El difunto, caput. Ya te contaré en el viaje a Bremen. Mira, si vamos
en primera clase; las ventajas de viajar con Juanito. Yo he sido rica sin tu
glamour. He viajado por todo el mundo sin tus lujos. Ya ves, ahora soy la
sobrina pobre. ¿Y cuándo viajamos? Sí, la Liz es una preciosa. Y aquí está la
estrella de la familia. ¡Kai!, no quiero vino. Mi amorcito no bebe, así que debo
irme acostumbrando. Una copita estaría bien. ¿Ya te llevaron al bar mexicano?
Los cocteles son buenazos. ¿No te gustó? Sí, ya sé que algo te contó tu hermana.
Te lo diré en el camino. Ahora estás en el cuarto donde estaba hospedada. No
sea curioso, espero que no hayas visto mis juguetes sexuales. En realidad los
estaba coleccionando para enviarlos a Susana. Yo no entiendo de ella en
realidad. ¿Tener un sola pareja en su vida?, ¿a quién se le ocurre? A mi mami le dije que tenga un tinieblo. Nunca me hizo caso. Acá no me
dejan cantar, ni cocinar. Tu hermana puso el grito en el cielo solo porque hice
un estofado de pollo y le quité la grasa al pollo. Desde entonces solo soy la subchef.
¿Voy a ser tu subchef? Tienes que darme las indicaciones exactas. En realidad
nunca he querido ser la chef. Para eso ya está Kai y sus máquinas para todo,
que máquina para hacer pan y demás. Solo hace pan. Prueba este pan, tienes que ponerle mantequilla; tu
hermana me dijo que te diera de comer. Y té. Nada de whisky y ahí estás con ese
vaso. No me dejan cantar desde que Philip se quejó con tu hermana porque
cantaba en la ducha. Toma té. Y la tostada. Tienes que comer algo, no solo de
whisky viven las personas. No fuiste a mi matrimonio. El difunto era un amor
con los niños. Y le encantaba las salchipapas de Ecuador. Y me puso los cuernos
con mi amiga. Desgraciada. Después de llegar del gimnasio vi un chat abierto y
ella preguntó hola mi amor, qué haces. Hola mi amor respondí, hasta que creo se
dio cuenta y la muy desgraciada dejó de escribir. Él llegó desesperado porque
se había dado cuenta de que su chat estaba abierto. Estaba con ella desde mucho
antes. Mucho tiempo. Con mi amiga. Me fui a Brasil porque deseaba envejecer con
él. Y me casé en Ecuador. No vuelvo a cometer ese mismo error. Ahora no puedo
casarme con mi amorcito porque el difunto no quiere darme el divorcio. No le he dicho que
quiero el divorcio para volver a casarme. No me lo iba a dar. Jacinto se porta
muy lento, no me puede sacar todavía los papeles. No le digas nada, porque se
va a enojar conmigo y ahí sí tal vez nunca me divorcie. Quién me manda a casar
en dos países. Yo amaba al difunto. Cuando dejamos Londres y fuimos a Brasil
teníamos grandes planes. Su fábrica de embutidos. Y yo puse toda la plata. Y se
metió con mi mejor amiga. Le hice el seguimiento a todo. Supe desde cuándo
salían. Me puso los cuernos en mis narices, cuando yo estaba ahí. ¿Cuándo vamos
a Bremen? Y en primera clase. Bueno, vamos a tener mucho tiempo para conversar.
Las ventajas de viajar con Juanito. Te dije que vayas a Brasil, yo te podía
hacer un buen presupuesto para que estés en la triple frontera. Después
podemos ir con Rocío a San Pauli en Hamburgo para comprarle algunos juguetes
sexuales a Susana. Algo tiene que aprender en la vida. No le digas nada a mi
mami, aunque eres más chismoso que tu hermana.
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Y tu sobrina en realidad es tan
liberada sexualmente –dijo Lorena.
La lluvia era más densa. Tena es la entrada a la Amazonía y la lluvia siempre es copiosa. <<No. Es una conservadora que se quiere dar por liberada. Te voy a contar la historia de Mark o algo así, su novio millonario al que le ofreció sacarle del clóset con un consolador>>, le dijo Juan.
La miró y supo que estaba enamorado. Lorena se había convertido en la persona de su vida cuando le dijo ahora abrázame. Al día siguiente despertó. Recogió sus ropas y fue a la ducha, se sintió como una prostituta abusada por un proxeneta. La amiga de ella también le había buscado. La infidelidad nunca había sido su fuerte. <<Sabías que estoy perdidamente enamorado de ti. Te lo dije en ese taxi en el que cruzamos Bogotá. Yo solo te agarraba de la mano y te hablaba de Keats>>, le dijo Juan. <<A veces pienso que sí>>, le dijo Lorena. <<A veces pienso que sí>>, volvió a decir. La lluvia seguía insistente, con un calor húmedo. Juan pensó en la Beatriz de Dante, la que le acompañó a bajar por los nueve círculos del infierno. El mundo al que la pandemia le había condenado. El oscurantismo. Donde solo veía algunas luces.